lunes, 11 de mayo de 2009

sueños espirituales

En la Antigüedad se asociaba la hermenéutica o interpretación de los sueños precisamente con una excepcional gracia o intervención celestial reservada a algunos profetas, y no necesariamente -como se entiende en la actualidad- como un camino de traducción simbólica dependiente únicamente de una mente adiestrada en cursos sobre psicología profunda.
No obstante, el universo de los sueños tiene aquella evasiva cualidad que comparte con todo lo que es sagrado y espiritual, esto es, la imposibilidad de dar por cierto nada desde las limitaciones de nuestro ego, y sí abordar su sabiduría únicamente con una gran humildad personal, fuerte voluntad de aprendizaje, y el mismo pedido de inspiración y asistencia angélica que antaño.
De lo que podemos estar seguros es de la inutilidad de los diccionarios de sueños y de las traducciones reduccionistas de algunos psicoanalistas freudianos de limitar cada símbolo onírico a su parecido por ejemplo, a categorías fálicas o de castración (cigarros, paraguas, cierres de monederos, etc.). Las preocupaciones emocionales de los niños en la edad edípica pueden aparecer en alegorías de sueños, pero no podemos trasladarlas al resto de la vida adulta en personas evolucionadas no afectados por una neurosis.

AGUILA


ENCUENTRO ESPIRITUAL

A medida que avanza la evolución, la vida inteligente del individuo es estimulada progresivamente desde el Alma, hasta que logra controlar e integrar los 3 vehículos, etérico-emocional-mental. Una vez integrada la personalidad, se adquiere una autonomía que podríamos llamar libertad.
Finalmente, cuando el ser ha completado todas sus etapas de experiencia pasará a expresarse como Alma, lo cual implica la renuncia y entrega de la personalidad, podríamos hablar aquí de la verdadera muerte de la personalidad, que es el nacimiento del ser a una nueva vida. Tenemos un entrenamiento de este paso en cada muerte física que hemos experimentado a lo largo de múltiples encarnaciones.
Eso es lo que se viene en llamar la vuelta al Hogar, una apertura de conciencia a los planos causales, opacados en los ciclos de manifestación. Pero hay otro paso más sublime, cuando se ha agotado todo el karma, Jesús dió un ejemolo de ello cuando se apareció en el Monte de la Transfiguración a los discípulos. Desde ese momento, nuestro vehículo, será un cuerpo de luz.
Extraido de los libros de Alice A.Bailey